martes, 4 de septiembre de 2012

Lo que me enseña el running: lucho por mis objetivos, no por los tuyos

Correr es un deporte solitario que, paradójicamente, permite que te encuentres con un montón de personas que están jadeando exactamente igual que tú. Unos vienen, otros van. A unos les adelanto, y otros hacen lo propio conmigo. Y en este punto me quiero detener.

Es un error muy frecuente cuando se entrena carrera de fondo enfocarse en lo que están haciendo los demás, y tomarlo como una referencia para nuestra propia percepción del éxito o el fracaso: "si te adelanto soy mejor que tú, si me adelantas soy un mierda". Mi experiencia indica algo muy distinto: puedes estar adelantando perfectamente a un campeón de maratón que esté realizando un ejercicio muy suave de descarga, y eso no significa ni mucho menos que seas mejor que él. 

Por otro lado, sin duda, si adelanto a un tío de 40 años y le humillo con mi vertiginosa velocidad, ese hecho demostraría que él es peor que yo. ¿Y si ese mismo hombre hubiera salido por primera vez en su vida a correr y estuviera rompiendo todas sus barreras físicas y mentales corriendo 2 km? Yo estaría realizando un entrenamiento normal en mi rutina de 10 km, y eso no significaría ni mucho menos que que yo fuera mejor que él.

Y entonces, ¿dónde está el truco? Si el que adelanta no es el mejor, ni el adelantado es el peor, ¿quién gana la competición? La respuesta es nadie. O mejor dicho, los dos. La clave está en que el éxito reside en la consecución personal de cada objetivo, y no es su comparación con los retos ajenos.


La vida también es una carrera de fondo, y en ella cada uno debemos correr nuestro propio camino. Debemos marcarnos metas muy precisas y luchar por conseguirlas sin importarnos lo que hagan los demás con sus vidas. ¡Ellos también están corriendo la suya y tomando sus propias decisiones! 

Si quiero conseguir 10000€ y alguien a mi lado consigue 12000, ¿debería sentirme mal? Todo depende de dónde coloques tu foco: si te has propuesto esos 10000 y lo has conseguido, deberías sentirte muy orgulloso, independientemente de lo que otros consigan. Eso sí, si el hecho de ver que el de al lado ha conseguido más te ayuda a motivarte, a superarte y a lanzarte en busca de objetivos más ambiciosos, ¡perfecto! A eso se le llama buscar inspiración en el ejemplo ajeno. Si este hecho va a cegar tu éxito con la envidia, pasa a ser un sentimiento destructivo que no te permite disfrutar de tus logros.

Disfruta de tus victorias sin comparaciones. Tus logros son tuyos, y de nadie más. Y si tienes ambición, ve a por ello. Pero no permitas que los éxitos o los fracasos de los demás dirijan tu propio bienestar.