jueves, 14 de junio de 2012

Lo que me enseña el running: aceptando las dificultades

Un día salí a hacer una media maratón yo solo, y lo recuerdo como el momento más duro que he pasado corriendo: el sol apretaba, mi cabeza no estaba en su mejor momento, la soledad...es por eso que físicamente me encontré mermado desde el km 7, y lo peor era mi preocupación por el bajo ritmo que estaba siendo capaz de mantener. Este malestar estuvo conmigo hasta, más o menos, el km 14, donde comprendí y acepté que ese día no iba a estar en mi mejor forma, y analicé mis dos opciones: seguir agobiado (y, posiblemente, sufriendo sin ser capaz de acabar), o bien aceptar la situación, adaptarme a ella bajando el ritmo, disfrutar en lo posible de este cambio y conseguir mi objetivo. Elegí lo segundo.

En la vida, cuando ocurren eventos inesperados que suponen un desequilibrio en nosotros, igualmente podemos elegir. Vale que ciertos imprevistos pueden ser una faena y pueden estar fuera de nuestro control, pero aún así, podemos seguir eligiendo la forma en que estos nos afectan.


Asumir la nueva situación y adaptarnos a ella lo antes posible es el camino para vivir sin agobios ni infelicidad. Y es el primer paso para, si es lo que queremos, poder cambiar algo con posterioridad.