jueves, 16 de junio de 2011

100km en 24horas (II): Colmenar Viejo-Tres Cantos

Saliste con aires bastante renovados de aquel polideportivo. La temperatura cálida del agua te había devuelto a la vida. En tu mente, una única meta: llegar a Tres Cantos. El ánimo te empujaba, saliste con paso lento para reanimar lentamente tus enfriados músculos, y mientras te ibas comiendo aquel bocadillo que te preparaste para motivarte, comenzaste a hablar con un par de chicos que iban juntos en la carrera. Te contaron que su fallo del año pasado fue que empezaron con un ritmo demasiado fuerte, y no pudieron terminar. 'Por eso no debo preocuparme entonces', pensaste mientras te reías dentro de tu cabeza. Anduviste junto a ellos los 5km que os separaban del siguiente punto de avituallamiento, donde tomaste un bote de Gatorade y una barrita de almendras. A esto último lo calificaste de 'innecesario', pero sabías que tu cuerpo podría fallar sin avisar si no le ibas dando combustible periódicamente. En ese punto, tus acompañantes se detuvieron para refrescar sus pies. Tú decidiste continuar la marcha: te veías fuerte y cómodo. Además, el terreno ya lo habías recorrido alguna que otra vez.Ánimo:90%. Estado físico: 90%.

Durante el resto del camino fuiste solo, y para entretenerte, creaste un juego en tu mente que consistía en pensar qué acciones ibas a realizar en el siguiente punto de avituallamiento: masajear tus pies, beber, echarte reflex aquí o aquí, comer algo, estirar, cambiarte de calcetines, guardar alguna botella en la mochila...de esta forma te obligabas a escuchar constantemente a tu cuerpo. Ibas vigilando, como habías hecho desde el principio, a tu ingle derecha. Desde que empezaste el reto notaste un pequeño dolor, de intensidad 2 sobre 10, que nunca llegó a aumentar, pero tampoco desaparecía No te preocupaba especialmente, pero no estaba de más hacer un seguimiento periódico.

La estrategia parecía clara: ahora que ibas solo, aprovecharías para caminar con paso alegre mientras las piernas te lo permitieran, teniendo únicamente en tu cabeza como objetivo final llegar a Tres Cantos. Para ti, no había nada más...de momento. Era demasiado pronto para pensar en los 100. Por ahora, te tocaba disfrutar sin pensar en nada lejano.

Está atardeciendo, el paisaje no puede ser más espectacular. Decides grabarte un vídeo contando tu situación para entretenerte, y mientras tanto saboreas el suave calor que comienza a evaporarse. Cae la noche. Decides que, ahora que queda poca luz, es el momento ideal para ponerte en 'modo nocturno': te quitas la gorra y las gafas, sacas el frontal y el forro polar, y el buff pasa de estar en tu cabeza a cubrir tu cuello. Todo preparado para continuar sin sol.

Por el camino hubo mucha gente que te llamó para ofrecerte su apoyo, lo cual agradeciste por los ánimos, y sobre todo por la compañía. A lo largo del recorrido, sólo se divisaban barras de luz fría que alumbraban tu horizonte. Y a lo lejos, y cada vez más cerca, las luces de Tres Cantos.

Llegas fresco al polideportivo. 52km llevan tus piernas a cuestas. Rápidamente buscas tu mochila, número 524. Te sientas, sacas el contenido de tu equipaje y te quitas las zapatillas para airear tus pies. Problemas: un par de ampollas comienzan a nacer. Hasta ahora habías salvado un par de rozaduras con compeeds, pero esto podía llegar a ser más grave.

Decidiste que no era buena idea jugártela, ya que aún te quedaba la mitad del camino por delante, por lo que después de darte una buena ducha, fuiste a los servicios de atención médica. Más problemas: mucha gente en la cola. No podías hacer nada más que aguantarte. Lo peor es que todo el colchón de tiempo que habías ganado, lo podías perder ahora, pero era lo que tocaba. O eso o podía que no acabaras. Tras 40 agónicos minutos de espera, te atendieron los trabajadores de Protección Civil, increíbles profesionales y mejores personas. Te hicieron un par de apaños para que no te molestase demasiado al andar, y listo.

Era el momento de irse, pero ¡mierda! ¡Se te había olvidado sellar el rutómetro al llegar, qué cagada! ¿Qué hora es? Las 00:40...¡joder, el polideportivo cerraba hace 10 minutos! Bueno, calma, te sellarán igual. En efecto, tu papel fue sellado, pero tu problema mayor no era ese...habías ido todo el rato rozando el límite, pero esta vez la espera con los ampollólogos te había retrasado mucho. Ahora saldrías 10 minutos por debajo del tope, lo que sólo significaba una cosa: O espabilas o no llegas.
Por delante de mí, 23km hasta San Sebastián de los Reyes. Ánimo:80%. Estado físico: 75%.

Continuará...

martes, 14 de junio de 2011

100km en 24horas: Colmenar Viejo-Colmenar Viejo

No sabes exactamente por qué, pero aquel día decidiste apuntarte a ese reto. Seguramente porque buscabas ponerte al límite, porque implicaba una actividad física y porque se realizaba al aire libre. Es un cóctel que siempre te ha encantado.

Aquel viernes por la noche, antes de que todo empezara, decidiste revisar tus mochilas. Con las provisiones listas y la vestimenta con la que comenzarías el día siguiente encima de la silla repasaste unas fotos, leíste unas líneas de ese libro que nunca parece acabar, y te fuiste a dormir. ¿Sería casualidad que soñases aquella noche con superar la prueba?

Fue Alberto quien te despertó. Llegó 10 minutos antes de la hora prevista. Desayunaste, y cargado con las 4 mochilas, te pusiste rumbo a Colmenar Viejo. Al llegar a la estación, Iván os esperaba. El equipo estaba completo, los corazones comenzaron a bombear con fuerza, en señal inequívoca de la excitación que suponía el reto que teníais por delante. Recogisteis los dorsales, las bolsas de avituallamiento y el rutómetro. Colocaste cada mochila en su destino adecuado, y los últimos minutos los aprovechaste para embadurnarte de crema solar y masajear tus pies con vaselina y crema reparadora. Calentaste. Aquel gemelo te había estado dando guerra durante la semana, pero ese sábado parecía que todo dolor había desaparecido. Miras a tu alrededor, y observas que, entre los participantes, hay un hombre descalzo y, muy cerca de ti, un hombre ciego abrazado a su guía. Piensas en ellos como un ejemplo increíble de superación, y te repites que tú hoy crearías el tuyo propio. Comienza la prueba. Ánimo: 100%. Estado físico: 100%.



Durante el primer tramo, el que resultó ser más duro, todo era ilusión, adrenalina, esperanzas...con la compañía de tus amigos, saboreaste cada brisa en aquel día tan soleado. Al salir del polideportivo de Colmenar, escuchaste a tu espalda: 'ya sólo quedan 50 personas'. Entonces preguntaste en voz alta:'¿Me estáis diciendo que por delante de nosotros ya hay 1200 personas?' Alguien se rió. En aquel momento, se te grabó a fuego una frase que tendrías que recordar más de una vez durante aquellas 24 horas: 'Aquí ganará quien acabe la prueba. Mi único rival soy yo mismo.'

No contemplaste nunca la opción de hacer los 100km de una tacada. Tu estrategia mental pasaba por llegar al siguiente polideportivo, considerando los distintos avituallamientos como metas volantes que te irían marcando el ritmo que deberías seguir.

El primer avituallamiento ya os indicaba que vuestro ritmo era bajo, llegasteis 10 minutos antes de su cierre. Esto creó un componente de estrés adicional que no ayudó en nada: las paradas fueron atropelladas, contadas con cuenta gotas y poco eficientes. Con el tiempo, los distintos errores fueron pasando factura: Alberto tenía molestias en sus pies, e Iván en su espalda. Comienzan sus dudas y tu incertidumbre. ¿Cómo acabará esto?



En un tramo precioso desde donde divisabais el castillo de Manzanares El Real, os encontrasteis con un abuelo de 70 años que portaba una mochila de la Maratón Popular de Madrid. No pudiste resistir la tentación de preguntar. En efecto, el abuelo era una máquina. Había hecho este camino varias veces, y te insistió en que ibais mal de tiempo. La experiencia es un grado, lo que hizo que tu estrés inevitablemente aumentara. Mientras tus hormonas bombeaban tu corazón, el abuelo os dejó atrás corriendo. Tus ojos no podían creer lo que veían...'hay ejemplos de superación everywhere', pensaste. Íbais mal de tiempo, y tus compañeros iban fastidiados. Mal panorama para el equipo.

Fue a falta de 10 kilómetros para acabar el primer tramo, mientras pasabas junto a una via ferroviaria, cuando supiste que era hora de tomar ciertas decisiones. Tus compañeros te apoyaron en todo momento para que siguieras solo, pero a ti te costaba hacerlo. Te llevaba costando desde hacía algunos kilómetros atrás. ¿Qué vas a hacer? ¿Les abandonas? ¿Qué ibas a solucionar quedándote ahí? Decidiste compartir tus dudas con tus compañeros, tenías que tomar una decisión YA. Te arrimaste a Iván, y le comentaste todas tus preguntas interiores. Él te miró fijamente, y te dijo 'tú tira, nosotros no vamos a acabar, estamos muy jodidos. Te veo muy bien, lo vas a conseguir'. Esas palabras se te grabaron a fuego. Decidiste despedirte apenado de tus compañeros, y cogiste sus palabras y su recuerdo como la mayor motivación para seguir. Tenías que hacerlo, su esfuerzo lo merecía. Y el tuyo también.

Emprendiste la marcha, y continuaste los últimos 10km a una velocidad superior a los 7km/h. A medida que adelantabas a la gente, veías el objetivo más cercano. Los avituallamientos se habían convertido en puntos de pasada, en lugar de puntos de parada. No había cansancio, sólo estrés, del positivo, del que 'te pone'. Y durante esos últimos kilómetros hasta regresar a Colmenar, no dudaste ni un segundo que ibas a conseguir el reto, desde la humildad, siendo consciente de que sólo podrías pensar en el siguiente polideportivo.

Recuerdas entonces la frase de Josef Ajram, 'Lo importante es terminar lo que empiezas', y sabes que ese sería otro apoyo para el resto del viaje en momentos de debilidad. También recuerdas los consejos de mucha gente acerca de nosequé de tener cabeza, o algo así...sabías que tendrías que esforzarte en saber parar si fuera necesario. Pero en la soledad, te preguntabas dónde estaba la frontera entre el 'debo parar de verdad' y el 'mi cabeza me está dando excusas para no seguir'. Siempre has tenido esa duda. Siempre lo cuestionas. Hoy, quizás tendrías que hacer un esfuerzo extra más adelante para responder a esa pregunta.

Estás en Colmenar, al fin. Los últimos 2km por carretera se te hicieron imposibles, infinitos. Odias el asfalto. Sólo querías llegar para darte una ducha. De camino, te encuentras de nuevo al abuelo de 70 años. Te repite que ya vas tarde. En lugar de estresarte, esta vez sonríes: de nuevo estás dentro del partido, has llegado dentro del margen de tiempo: 35km en 7h y 40 min. Ahora sólo queda refrescarte, tratar tus pies, coger comida de tu mochila en el polideportivo, cambiar de ropa y seguir la marcha. Ánimo: 90%. Estado físico: 90%. Siguiente objetivo: 15km hacia Tres Cantos.

Continuará...